Los animeros tenían también un papel muy destacado en el llamado “baile del Inocente”, o de las Ánimas. Este baile de puja o subastado, dirigido por un peculiar personaje ataviado con ropajes estrafalarios y un sombrero adornado con cintas de colores, culminaba la campaña navideña de cuestación y, obviamente, aquí el repertorio dejaba de ser religioso para dar paso al baile suelto con sus malagueñas, parrandas y jotas.
Aunque esta tradición se ha mantenido hasta la actualidad en La Copa, desapareció en Bullas a finales del siglo XIX o principios del XX.
En el libro de cuentas de la Mayordomía de las Ánimas presentado en 1903 se dice textualmente que no aparecen en ellas reflejados los gastos “de Inocentes y bailes de Ánimas, que fueron suprimidos por razones que son fáciles de comprender”. Y un poco más adelante afirma que se han desechado “las ya casi destruidas ropas y otros obgetos (sic), que usaron los mencionados Inocentes, por no ser ya necesarios”.
Parece claro que para la mentalidad conservadora de la época no casaba bien la piedad y la devoción religiosa con el carácter festivo, y muchas veces desenfadado y polémico, de aquellos bailes.