Los animeros

¿Qué son entonces exactamente los “animeros” y dónde deberíamos encuadrar su actividad? Podríamos decir que se trata de un colectivo auxiliar, y no necesariamente integrante de la propia cofradía, al contrario que los “hermanos dispertadores” o “auroros”, que debían ser todos miembros activos de su Hermandad.

Puede que en algún momento, y al igual que ocurría en muchos sitios, la recolección de limosnas se encargase o fuese asumida por un grupo de músicos aficionados que durante el mes de diciembre recorrían las calles del pueblo y los cortijos circundantes con un estandarte en el que figuraba, como solía ser habitual, una imagen de la Virgen del Carmen, abogada de las ánimas.

En las libros de cuentas de la cofradía de los siglos XVII y XVIII no se recogen nunca gastos relativos a la adquisición o reparación de instrumentos ni a la contratación de músicos, por lo que debemos entender que esta costumbre comenzó más tarde, ya avanzado el siglo XIX, o bien que era realizada de forma altruista y voluntaria.

Aunque en muchos lugares la actividad de los animeros decayó tras la Guerra Civil, en el caso de Bullas sabemos, por testimonios orales y gráficos, que en los años 40 y 50 del pasado del siglo XX, a la última pareja de auroros que quedaba en el pueblo, los hermanos mellizos Alfonso y Joaquín, conocidos como “los Pavos”, se les solían incorporar al aproximarse la Navidad otros músicos como Juan «del Parral«, Ramón el «Sillero«, José «del Ciego» o Pedro el «Pedrolé» para realizar una “pedimenta” propia de los animeros.

Si bien en este momento la Hermandad de las Ánimas ya no existía, la parroquia seguía recaudando sus limosnas, e incluso hasta fechas relativamente recientes hubo en la iglesia parroquial de Bullas un cepillo destinado a este fin. El repertorio interpretado consistía principalmente en las denominadas “animeras”, que no son sino una forma de los conocidos “aguilandos” navideños, pero con coplas alusivas al purgatorio y estimuladoras de la generosidad de los fieles.

Animeros de Bullas
Los animeros de Bullas durante una pedimenta.